Crónica de Ramón Larramendi

accionantartida-002264TAN CERCA, PERO TAN LEJOS: LA LUCHA CONTRA EL ‘GRAN BLANCO’

La sensación de aproximarse al final de una larga expedición siempre es extraña, entran los nervios, las ganas de llegar,  y sobretodo uno ve las dificultades de un modo diferente.

El día 12 avanzábamos todos optimistas hacia la costa en una buena etapa en la que hicimos 130km con viento muy variable de fuerza y dirección como ya es costumbre, pero bien, el día amaneció despejado y radiante, por la tarde empeoró el tiempo nublándose. Perdiendo las referencias, a la vez que encontramos las huellas del vehiculo que lleva hasta las montañas Thiel desde Union Glacier.

El día 13, amaneció con un whiteout total, es decir no se veía nada y era imposible distinguir el suelo del cielo, una ausencia total de relieve, que por supuesto hace imposible ver los sastrugi; a pesar de ello decidimos intentar progresar, pero a la mínima velocidad posible para no impactar contra obstáculos que no viéramos.

La marcha es lenta, mareante incluso, a la vez que comienza a nevar y un polvo fino nos cubre a Javi y a mí, nos tragamos sastrugi variados sin enterarnos y el trineo se articula sobre una nube de algodón. Tenemos una sensación de ingravidez, de flotar por el espacio, tan sólo se ve la cometa, absolutamente nada más, con dificultad conseguimos hacer en nuestro turno 30km, cuando Ignacio y Juanpa empiezan su turno parece que clarea y surge momentáneamente un poco más de relieve, pero el terreno cambia y entramos en una zona de grandes blancos, es decir sastrugi gigantes que en esta ocasión debemos afrontar de cara sus temibles fauces, tienen más de un metro y unas fauces abiertas que pueden tragar al trineo, a veces hay campos de varios juntos que forman zanjas de más de un metro alternadas con muros y fauces. Cuando Ignacio entra por la tienda de la noche, tras un turno accidentado, afirma que son los peores sastrugi hasta la fecha, a mi me cuesta creer que sean tan malos, tendré que esperar a mi turno para comprobar que estamos ante la zona más difícil de navegación para el catamarán de toda expedición, que para colmo hemos de afrontar sin visibilidad.  Hemos sacado 55km  a un día de mal tiempo, no es gran cosa pero es mejor que nada. Hemos bajado al 83ºS y sin embargo estamos animados, la distancia hasta el final es posible realizarla en un sólo día, casi 400km. Y el parte da buen tiempo y buen viento para hoy día 14.  Estamos animados.

Conforme salimos poco dura la alegría, el día es malo, niebla, nieve sin visibilidad ni relieve, y un viento fuerte. Y en efecto, pronto comprobamos que nos enfrentamos a una zona de grandes blancos, tiburones gigantes capaces de romper el trineo que acechan escondidos. Decidimos navegar en busca de las huellas que encontramos el día anterior y así conseguir avanzar un poco mejor.  Casi a ciegas nos estampamos contra algunos de estos tiburones gigantes, el trineo se ve sometido a las torsiones más increíbles de toda la travesía,  en alguna ocasión los raíles se ponen a 90º unos de otros, es realmente extremo, dudamos si parar pero decidimos continuar en busca de esas huellas que tal vez nos permitan ir mejor sin visibilidad. El ritmo es de apenas 2-3km/h, nos enganchamos, hay que buscar la posición de máxima tracción con la cometa, para que tenga la potencia suficiente para sacarnos, pero sin que coja tanta fuerza que salgamos despedidos a gran velocidad, el manejo es sutil, la obsesión evitar impactos y posibles daños, unas veces se engancha la cuerda de tiro con un sastruga, otras afronta sitios imposibles, de nuevo la sensación de que es físicamente imposible de que el trineo o la tienda no rompan, pero no lo hacen, se flexiona, cruje, gira en un sentido a casi 90º luego en el contrario, se levanta un rail de un extremo casi un metro, luego es el centro el que se levanta, mientras conduzco me caigo de mi asiento hacia un lado, luego hacia el otro, entre las cajas se abre un boquete por el que quepo yo. Javi se agarra, se cae. Los que se supone van durmiendo se agarran a donde pueden, sin pegar ojo, los petates se zarandean por el interior de la tienda. Nuestra clave es ir muy despacio para al menos pasar sin impactar.

Hemos de cambiar las cometas para ir con la fuerza justa, aun así es desesperante, lento y peligroso. En un momento dado sale el sol entre las nubes, y podemos ir a más velocidad pues al menos es posible ver y evitar la gran mayoría de los grandes blancos. Javi se encuentra mal, mareado algo le ha debido de sentar mal. El día no ayuda tampoco.

Finalmente encontramos las huellas y durante un rato nos pemiten ir bien, la zona parece que mejora, pero lo errático del viento y el whiteout hacen que sea inevitable perder las huellas que en ocasiones hacen quiebros que nos son imposibles. Pero el terreno parece mejorar. La cuerda del tiro se rompe y aprovechamos para cambiar el turno con Ignacio y Juanpa. Nuestro optimismo matutino ha desaparecido, el tiempo sigue malo, aunque la temperatura es suave de -10º C se nota la diferencia entre otras cosas en que la cara no duele si no se lleva máscara. Pero está más húmedo. El turno de Ignacio y Juanpa es accidentado, whiteout, nieve copiosa en grandes copos, viento errático y variable en dirección y fuerza que les hacen cambiar de cometa desde la de 8m hasta la de 80m en pocas horas, en definitiva un avance lento, duro y exasperante, cuando entran en la tienda las caras reflejan desánimo, tan solo el humor de Javi mantiene en tono positivo, no sólo no vamos a llegar de inmediato, sino que aún nos pueden quedar varios días. Que entre tiburones gigantes en nuestra misma dirección puede ser eterno. Estamos tan cerca pero aún tan lejos…